Por siglos, los agricultores de Mesoamérica han utilizado las malezas de los campos de maíz para su consumo como verdura fresca. Llamadas quilitl en náhuatl y conocidas actualmente como quelites, el consumo de estos vegetales era una ingeniosa manera de aprovechar las plantas silvestres que invadían las milpas. Muchas de estas malezas son indigestas como plantas adultas, como un mecanismo para protegerse de los herbívoros, pero en su estado juvenil no alcanzan a producir sustancias de defensa y, por el contrario, presentan un alto valor nutritivo y un buen contenido proteico. Otros quelites son usados por la presencia de aceites esenciales que les confieren aromas y sabores atractivos a sus hojas y son utilizados como sazonadores de múltiples platillos. Lo que hace fascinante el consumo de quelites mexicanos en pleno siglo XXI es la coexistencia de la recolección de plantas silvestres junto con el cultivo de la milpa, quizás el sello más distintivo de la antigua agricultura mesoamericana, un tipo de agricultura que sobrevive hasta la actualidad y nutre a millones de personas con alimentos saludables y sabrosos.
